Se rompió el jarrón con las cenizas, que había encima de la chimenea.
No se quien lo puso allí, ni a quien se le ocurrió la idea de llevarlo de vacaciones.
Las cenizas de nuestro viejo amigo se mezclaron con el hoyin de las ascuas de la chimenea.
No podíamos dejarlas allí, teníamos que llevarlas de vuelta a su casa, antes del entierro.
La empezamos a recoger, nerviosos.
y poco a poco el recipiente se fue llenando, pero también se llenaron nuestras almas de tristeza.
Una sombra de oscuridad cubrió la casa, nos cubrió a nosotros.
Puertas y ventanas se cerraron, el viento arrecio con fuerza y la soleada mañana se torno oscura y tormentosa.
Golpes sonaban desde todos los rincones, terroríficos quejidos, truenos y relámpago iluminaban el exterior.
Las luces se apagaron.
Una enorme luz osura salio del jarrón de las cenizas, sin forma, solo unos puntos rojizo hacían las veces de ojos.
Creció de tal manera que rodeo todo el salón.
Una nube de humo pidiendo paz, una nube de humo que pedía su descanso.
No podíamos salir, todo estaba cerrado.
No nos hablo, tampoco hizo falta.
La casa volvió abrirse.
Muy hermoso y sugerente. Una atmósfera muy bien conseguida! :)
ResponderEliminarEs que hay que tener mas cuidado con lo que se rompe...
ResponderEliminarUn abrazo
Escribes muy bien, me ha gustado mucho tú blog, es inquietante y muy interesante.
ResponderEliminarSaludos