La cabeza me estalla, cientos de clavos que taladran cada rincón de mis recuerdos en los que tu juegas a ver si te encuentro, en los que recorres cada pliegue de mi cerebro como una carretera.
Con una sonrisa me matas, me liberas de la fría vida y me transportas a una cálida muerte.
A un lugar que no es tan malo como parece desde fuera.
Un lugar en el que me transformo en una sencilla mariposa y corro a buscarte, por entre los infiernos.
El infierno que tantas y tantas veces nos sirvió de refugio para contar nuestras pesadillas.
Nuestros miedos, rodeados de un halo de misterio al abrigo de las llamas que sellan nuestro amor.
Un amor que arde tras la puerta de nuestro averno particular, miniaturizado ante la majestuosidad del alma negra, del señor de la oscuridad.
De la oscuridad y la muerte que nos gobierna como únicos amos, a ellos son a los que agradezco que me permitan encontrarte aquí, en esta oscura puerta donde la almas perdidas como nosotros podemos encontrarnos sin miedo a nada, sin miedo a ser vistos ni a sufrir el desprecio de la gente.
La llamas y el calor se hacen cada vez mas fuertes, a medida que nos vamos adentrando entre sus recobecos, a medida que el silencio se va adueñando del lugar, nos vamos acercando mas a nosotros mismos, a lo que en una vida pasada llegamos a ser.
Abrimos la puerta de nuestros perversos aposentos, del lugar mas siniestro y olvidado de nuestra cabeza y allí, sin la necesidad de tener que rebuscar mucho llegamos a nuestras almas, vacías, sin luz, oscuras como la noche en que nos conocimos bajo un cielo sin luna.
Y oscura como la noche en que juntos decidimos poner fin a la carrera interminable de nuestras vidas y encontrarnos aquí. Junto a esta oscura y fría puerta. junto a la puerta que se abre cuando se cierra nuestra vida.
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DIME QUE TE A PARECIDO LA VISITA A MI CEMENTERIO...