LAS ALMAS QUE VAGAN POR MI CEMENTERIO

miércoles, 7 de agosto de 2013

PROCESION

Al amanecer salieron a la calle.
Era un frío día de invierno, 
Los niños con semblante serio portaban cruces de madera.
Las niñas velas de color amarillento.
Caminaban lentamente por las empedradas calles sin gente.
Las luces de las casas estaban apagadas y la campana de la iglesia tocaba a muerto.
Los mas pequeños se abrazaban a sus hermanos mayores, los que estaban solos se tenían entre ellos.
Las nubes cubrían el cielo, tan oscuro y grisáceo que parecía que no iba a amanecer.
La procesión de los pequeños subía lentamente por el viejo camino que llevaba al cementerio.
Algo mas de media hora tardaron en llegar, el viento arreciaba silbando, llorando.
Los de alante, mas mayores abrieron las puertas y la procesión fue entrando rodeando un gigantesto hoyo escabado en el suelo.
El mayor de todos señalo, y todos fueron echando sus cruces al agujero.
Algunos de los mas mayores se separaron del grupo y rodearon el cementerio entrando por la puerta de atrás con los cuerpos de todos los adultos del lugar. Todos muertos a sus manos en un terrible ritual de sangre.
Todos ayudaron a echar los cuerpos a la fosa y prender fuego.
Los cuerpos ardieron durante horas y el olor a carne abrasada inundo varios kilómetros.
De camino al pueblo nadie recordaba nada.
Pero una siniestra figura vestida de negro cantaba canciones en lo alto del campanario.
Nunca mas se supo de los niños de aquel lugar.

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