LAS ALMAS QUE VAGAN POR MI CEMENTERIO

domingo, 27 de abril de 2014

PAZ

La encontré una mañana otoñal.
Llevaba varios meses sin trabajo. aburrido y cansado de no hacer absolutamente nada.
Aquel día lluvioso cambie mi rutina soporífera del gimnasio por algo que llevaba un tiempo rondandome la cabeza.
Cogí mi cámara de fotos, me puse el chubasquero y me subí al autobús que lleva al viejo cementerio de las afueras.
Un centenar de impresionantes monumentos funerarios de todas la épocas me contemplaban.
Camine despacito empapándome la la paz del lugar y como no, también de la lluvia que poco a poco iba en aumento dejando caer las amarillentas hojas de los arboles sobre las mojadas lapidas.
Prepare mi cámara y enfoque a un enorme ángel con las alas rotas pero con una sonrisa gélida que te dejaba paralizado. El mármol ennegrecido por el tiempo le daba un toque aun mas terrorífico y siniestro si cabe.
Al tiempo que disparaba, unas heladas manos recorrieron mi espalda. Me estremecí hasta tal punto que pensé en correr sin ni tan siquiera mirar atrás.
Pero aun así muerto de miedo me gire.
Y la vi, mirándome como una niña mira a su madre, con esa mirada tierna.
En ese instante sentí paz, mucha paz como nunca antes había sentido.
Toque su fría mano y ....

jueves, 17 de abril de 2014

EN UN CAJON.

Igual que vamos dejando pasar las horas, los días y los años.
Así vamos dejando nuestra vida, si es que alguna vez nos perteneció, olvidada  en un oscuro cajón.
Un cajón frío y solitario, lúgubre.
Un cajón tan desolado que solo la muerte con sus pálidas manos abrirá.
Aunque no lo pensemos llegara.
Y vendrá la primera noche, solos, cada uno en nuestro cajón de madera, enterrados bajo una una pesada capa de arena y cubiertos por una gran losa de granito.
Sin luz ni aire.
Solo una claustrofobica sensacion de ahogo sera nuestra ultima compañía.
Y a esa primera noche le seguirá la eternidad, una eternidad oscura y silenciosa.
 Un olor a humedad invadirá el cajón, mientras que un olor a putrefacción saldrá de el.
Y veremos como en la gran pantalla, nuestra vida.
Felices momentos y otros no tan buenos estarán allí, con nosotros enterrado para siempre o hasta que la muerte apague el interruptor.

domingo, 2 de marzo de 2014

El dia de mi muerte.

Como cada mañana desde hacia ya mas de un año, seguía el mismo ritual:
Me levantaba de la cama y me duchaba, después me ponía mi viejo albornoz que aun en su raída tela, conservaba las iniciales que un día sellaron nuestro amor.
Acto seguido me afeitaba y me preparaba el desayuno, Café y galletas.
Me vestía con el traje gris que compramos la ultima vez que fuimos a una boda, camisa blanca y la corbata esa que tanto odiaba, pero que a ti que siempre tuviste buen gusto te encantaba.
Y ya tranquila mente, como quien no tiene prisa por que ya no espera nada, salia a la calle a dar un pequeño paseo. Bajo el brazo el libro de Becquer que me regalaste, te acuerdas?. No me hace falta leerlo lo he releído tanto que me lo se de memoria.
Hoy como llueve, iré al cementerio. Si, hoy que llueve es una buena idea!.
Eran tus días favoritos, cuando mas animada y feliz estabas!!!.
Ya de vuelta a casa cambiarme de ropa y poner a secar el traje hasta que lo lleve a la tintorería.
Llaman a la puerta, - Un momento, digo.
Abro y era un niño, un niño que me parecía muy familiar, pero ahora mismo no sabia quien era.
Me tiende la mano y me pide que le acompañe.
AL coger su mano me di cuenta de quien era... Era yo, ese niño era yo de pequeño!!!.
Sorprendido, me llevo a ver mi vida, mis recuerdos...Fue un momento mágico, no se lo que duro pero no quería que acabase nunca.
Me acompaño otra vez hasta mi casa y paso conmigo al salón.
Cogió el traje gris que compramos para una boda que ya estaba seco y me lo ofreció.
Me lo puse mientras me miraba, me encantaba mi mirada de niño, mi flequillo despeinado y esos pantalones de cuadritos...
Le abrace... y todo acabo. Ahora estoy contigo.