LAS ALMAS QUE VAGAN POR MI CEMENTERIO

sábado, 10 de diciembre de 2011

AGUA.

Salí no se muy bien por que, con lo bien que se estaba en la cama, al lado de la chimenea encendida, acercando me a tu cuerpo y respirando tu aroma.
Salí a pesar del frío y la lluvia que repiqueteaba en los cristales sin persianas, que te acunaban en tus sueños como una nana de un bebe.
Dormías y me encantaba mirarte, pero algo me empujaba hacia la calle. Me vestí me puse la capucha de la chaqueta y salí.
Mis pies iban sin rumbo no se ni aquél lugar me dirigía. Camine entre la maleza que lo cubria todo hasta un viejo puente de piedra, y me asome.
El agua correteaba alegremente, saltando entre las piedras salpicando todo.
Algo se movía entre los arbustos, sus pisadas crujían entre las ramas caídas.
Desde el puente se veía la casa, y nuestra ventana sin luz. contigo durmiendo, arropada bajo las mantas.
Pero estabas allí, justo delante de mi.
Mi cabeza no creía lo que veían mis ojos, estabas ahí. Imposible si estabas dormida.
Me sonreías y me tendiste la mano.
Me acerque y la cogí, estaba fría, helada.
Vestías con un camison blanco y llevabas el pelo suelto, tu piel brillaba entre la oscuridad de la mañana lluviosa.
Caminamos escaleras abajo sin hablar. Te seguía como en un trance.
Nos metimos en el agua y note como me llegaba hasta el estomago, sobrecogiendome, dejandome sin respiracion, Abanzamos hasta que nos llego al cuello y así hasta que nos cubrió, inundando nuestros cuerpos de agua, donde viviremos juntos, unidos eternamente, sintiéndonos agua, corriendo incansables hasta que lleguemos al mar; siendo dos gotas que algun día seremos lluvia y caeremos alegremente al agua del río que nos unió.

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